F apenas tenía fuerzas, al principio se movía como podía para quedar de lado en la cama, que era su posición más cómoda, pero según avanzaba la tarde, la claudicación asomaba a través de su falta de fuerzas. El goteo constante de medicación le quitaba la sensación de dolor, le quitaba la sensación de angustia, le sumía en el sueño (que espero fuera plácido).
– ¿Puede oírnos?
Esa pregunta la he oído con frecuencia, y siempre la he respondido igual. Cuando hablo con familias como la de F en la situación en la que estaban y trato de explicar que lo que para ellos puede ser muy angustiante es natural y que su familiar no lo percibe y no está sufriendo, al final saltan con esta pregunta. «¿Puede oír lo que decimos?» Y es que es importante, es fundamental, es la ocasión de despedida, de poder brindar una marcha arropada por los seres queridos.
Siempre respondo lo mismo:
– No lo sé. Y como no lo sé, prefiero pensar que sí.
No es una respuesta con ánimo de confortar, es lo que realmente pienso. Pero habitualmente esto siempre disminuye bastante la angustia de quien me pregunta. ¿Por qué? Porque se sienten escuchados, porque cuando aprietan la mano de F saben que es una cosa compartida entre ellos y F, porque no se sienten solos y esperan que de la misma manera F tampoco se sienta así.
De pronto, hoy, la misma pregunta. La misma respuesta.
– Doctor, sí que puede oírnos. A él siempre le ha gustado la música y ha cantado muy bien. Le hemos puesto música para despedirnos y se le ha puesto el vello de punta y ha dejado caer una lágrima.
Para mí ésta es la confirmación, no necesito más.
– Doctor, ¿cree usted que habrá sido bueno lo de la música?¿No le habrá hecho entristecerse?
Creo que si ha llorado es de emoción. Creo que ha sido una despedida preciosa. Creo que si alguien lleva duelando más que ningún otro, ése es precisamente F, y sólo puedo imaginar recibir aquello con agradecimiento y emoción. Y junto con F, yo también me emocioné.
Ahora que F no está, que su familia ha podido derrumbarse emocionalmente, ahora que no tienen que mostrarse fuertes frente a él, pienso en esa misma pregunta:
– ¿Pueden oírnos?
Y la extrapolo al resto de situaciones. No sé si pueden oírnos (en la vida, en la amistad, en el trabajo…), pero prefiero pensar que sí. Y si pueden oírnos, deberíamos aprovechar para decir todo lo que corresponda, deberíamos sacar nuestras canciones emocionantes, deberíamos dejar que nos oyeran siempre y que nuestra última canción en la vida sea especial únicamente porque no habrá otra después.
Pueden oírnos, así que aprovecha la ocasión.
¡Qué bonito! En vez de leerlo, ha sido como si lo estuviese oyendo, y sí, también se me han puesto los pelos como escarpias! Acabo de descubrir tu Blog, pero ya sabía yo que tenías que tener uno, porque siempre tienes mucho que decir!
¡¡Un saludo!!
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¡¡Muchas gracias!!
Aunque silencioso porque no comento, yo también leo tu blog :)
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