El estado de ánimo es como una onda. Puedo sentirlo, tengo esa sensación. La manera en que fluctúa a lo largo del día, manteniéndose en un margen prácticamente constante a lo largo de temporadas que, a su vez, fluctúan, me hace pensar que así es.
Pero sobre todo, lo que me hace pensar que el ánimo es una onda es porque responde, al menos en mi caso, de una manera notable e intensa a la influencia de la música. La música adecuada puede marcar el mejor humor y estado de ánimo para todo el día.
Y es que somos moldeables por infinidad de aspectos de la vida que nos afectan como la caída de una piedra en el agua calma de un estanque, o como un par de niños jugando a «hacer ranas» con las planicie de los cantos.
E igual que tengo claro este comportamiento de mi estado de ánimo, también creo (y sé más que creo) que la facilidad con la que se moldea con unas cosas y no con otras se puede entrenar, aunque no sea fácil.