Hace ya bastante tiempo que tengo absolutamente claro lo mucho que vale una sonrisa. Y no me refiero al bucólico significado de las sonrisas en los anuncios que pretenden convertir una marca o producto en sinónimo de felicidad. Me refiero a la sonrisa como respuesta y medio de pago a la cercanía de los demás. Creo que existen muchísimas más cosas de las que pensamos que pueden «comprarse» exclusivamente con una sonrisa. Para mí no hay sonrisa que no sea especial, y poco me importa si estoy en lo cierto o no cuando eso me hace disfrutar de todas y cada una de ellas.
En la misma línea de pensamiento «pro felicidad-simplista» entran las muestras de amor, cariño, afecto, llámalo-equis que muchas veces no damos por no estar acostumbrado a ello. En esto estaba pensando después de volver (medio año más tarde) al «local» de ensayo de mi antiguo grupo de teatro y no poder definir el día con más palabras que sonrisas, abrazos, besos, alegría y risas. ¿De verdad es la vida una aventura para encontrar la felicidad cuando nos rodea de esta manera? Vale que habrá quienes son más secos que la mojama y agradecen no recibir tales muestras de afecto, pero sentirse así de queridos nos gusta a todos. Con respecto a este tema también quiero dejarlo para más adelante, sentirse especial (o serlo realmente).
Me pregunto cuántas veces habremos dicho, oído o, más frecuentemente, leído cosas como «un beso,» «un abrazo,» etc. ¿Y cuántas veces llevan implícito el sentido que tiene un verdadero beso o un verdadero abrazo? No creo que llegue al 5%.
Puedo haber sido caótico en la exposición, o no haberla argumentado en exceso. No pasa nada. No hacen falta argumentos, ni un orden adecuado y no caótico, para decir que quiero un mundo con muchos más abrazos, muchos más besos y mucha más alegría. Hasta entonces seguiré despidiéndome de la gente con «abresos.» Y cuando lo escriba en una despedida le daré el mismo sentido que tiene darlos (y espero que quien los reciba entienda ese sentido). Sólo abresos, sin número, para que puedan ser infinitos. Infinitos son los que nos hacen falta.
¡Pues a mí me ha encantado la argumentación, exposicioón y, sobre todo, desenlace!
¡Infinitos Abresos!
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