Esta entrada puede que sea un poquito más personal de lo que suelen ser las actualizaciones de los miércoles, pero en ocasiones sucede que cosas que crees que sólo te pasan a ti o que solamente tú haces, resultan ser cosas muy, muy, muy comunes que por un motivo u otro no se suelen comentar en público (como cuando uno va andando por la calle y juega a «no pisar las rayas de las baldosas» o «no pisar las de un color»). Así que hoy voy a contaros una de esas cosas que me pasa con cierta frecuencia, en general cuando voy por la calle y que, invariablemente, me hacen sonreír.
En general por la calle suelo ir muy distraído, no voy fijándome mucho en las cosas (y quizá debería, porque lo que vea puede llegar a ser útil o tener su interés), voy centrado en mis pensamientos, la mayoría absurdos: Si voy escuchando música, me imagino que toco en un concierto o hago un número de baile o algún espectáculo así en los que pueda ensalzar mi ego haciendo algo artísticamente bien; Otras veces simplemente pienso en mundos de fantasía, algunos nuevos, otros en los que ya he pensado mucho, pienso en personajes; a veces no son cosas tan absurdas y pienso en personas que me importan, en lo que tengo que hacer o preparo mentalmente conversaciones que quiero tener y que sé, por experiencia, que nunca jamás serán como las estoy preparando mentalmente.
Y así voy, enfrascado en pensamientos que hacen que el ir de un lugar a otro sea un proceso automático sin apenas observación. Pero de pronto, algo capta mi atención: Una luz, un color, un número, un dibujo, un símbolo, el gesto de una persona, un muro de piedras con una oquedad en forma triangular… Y capta mi atención de tal manera, que soy incapaz de no intentar darle un significado. Para mí son señales, en la luz veo una alerta; en el color veo una recomendación; en el número veo una cuenta atrás para que algo importante suceda; en el dibujo veo que algo con más poder que yo me observa, me sigue y me apoya; en el símbolo veo cómo me dicen que me lo tome con más calma; en el gesto de una persona veo la ternura que se me otorga para embeberme de ella y luego dejarla fluir; en un muro de piedras con una oquedad en forma triangular veo una flecha hacia adelante que me dice sigue luchando por lo que quieres…
Cuando una de estas cosas, que a nivel más racional no significan nada y simplemente salí con ellas de mi «enmimismamiento,» se cruzan por delante de mi camino. Yo sólo puedo ver apoyo espiritual y trascendental, protección y guías. Y no puedo evitar sonreír.
¿A vosotros os pasa algo parecido o soy el único rarito? Comentadme vuestros casos.
Y a ti, ¿qué te hace sonreír?