«Prepárate para morir, ¿cómo te comes eso?»
Eso nos decía M, con los ojos vidriosos, cuando por su cabeza pasarían infinitos pensamientos. Esta es otra de esas historias sobre cómo se acerca uno a la muerte cuando la muerte se acerca avisando. De pronto, nos encontramos diciéndole a un paciente que se prepare para morir, y el pobre ni siquiera sabe lo que significa eso.
¿Se trata de vivir el momento porque puede ser el último? ¿Se trata de solucionar todos los problemas que has ido arrastrando por la vida? ¿Se trata de pensar y seguir pensando sobre el final?
Es duro, y difícil, y seguro cambia tu concepción de los días, de las visitas, de la gente, de lo importante.
Hay gente que piensa que es «dar tiempo» para no irse bruscamente. Realmente no da ningún tiempo, el tiempo es el que es, sin embargo sí que es un recordatorio, es hacer presente una fecha límite (absolutamente desdibujada, pero hacerla presente, muy presente).
«Cuando puedes disfrutar de algo, se acaba.» Era la reflexión de M. Nadie le iba a llevar la contraria, y menos en su situación, pero es un pensamiento nacido en el seno de la fase de negación. Yo discrepo. Seguro que antes pudo disfrutarlo, y posiblemente lo hizo en un tanto por ciento y, mientras siga con nosotros, podrá seguir haciéndolo. Es una cuestión de potencialidad y, haberla, hayla.
Por eso, para mí, se puede pensar en el futuro (y se debe), pero viviendo con inmediatez.