En ocasiones el mismo óxido que me sugiere olvido, abandono, tiempo pasado, algo descuidado e incluso peligroso; me sugiere también lo que se oculta detrás de esa ocre-anaranjada capa de olvido.
Algo que en su tiempo fue cuidado, usado y mimado, algo que ha visto pasar años de uno en uno o de veinte en veinte. El tiempo sigue su camino y a su paso deja una capa ocre-anaranjada en las cosas y en los recuerdos. Seguro que los recuerdos también se tiñen de óxido con el paso de los años.
Es en estas ocasiones cuando pienso todo lo que se oculta por debajo del óxido: nuevo, bonito, apenas sin estrenar. Y cómo aquello que ha sobrevivido al tiempo se queda observándonos tras su capa de aparente fealdad oxidada. Una metáfora más que nos dice que lo que importa es lo que hay debajo de la piel que ha sobrevivido al tiempo.
Personalmente me hace sonreír pensar que debajo del óxido se esconden cosas preciosas, y que sobre él queda la huella del tiempo al que han sobrevivido. Me hace sonreír pensar que el óxido de mis recuerdos sólo las hace más preciosos si cabe, porque sé mirar a través de su capa ocre-anaranjada. Me hace sonreír pensar que aún tengo mucho óxido a través del cual ver nuevas perspectivas que aún no soy capaz de ver, y lo mucho que puedo aprender de ello. Me hace sonreír saber la enorme cantidad de óxido que aún puedo acumular.
Y a ti, ¿qué te hace sonreír?