No hace falta ponerse tan filosófico para encontrar motivos para sonreír. En mayor o menor medida casi todo es un motivo para sonreír si sabes buscarle el lado.
En esta ocasión el título está mal escrito a propósito. Porque descubrir aquellas cosas que nos hacen sonreír precisa tener los ojos y la mente abierta. Y esa luz que «en ocasiones» nos guía (ya sea una persona cercana, una intuición, nuestra particular flor en el culo…), realmente nos está guiando siempre. Al igual que la luz de los faros para los barcos, la luz de la gente (incluyendo la nuestra propia), siempre está luciendo guiando (en ocasiones mejor, en ocasiones peor), pero los barcos sólo verán los faros por los que pasen cerca, lógicamente.
Por ese motivo, cuando seamos conscientes de aquella luz que nos guía, venga de donde venga, recibámosla con una sonrisa. Y cuando no seamos conscientes de ella intentemos recordar que sigue ahí, luciendo para nosotros, y que mientras no verla no significa estar perdidos, sino que aún estamos lejos de encallar.
Y a ti, ¿qué te hace sonreír?