Ahora que termina el verano es cuando más motivos tengo para evocarlo dentro de esta sección.
He de reconocer que tengo una memoria a largo plazo pésima. Sin embargo, hay ciertos momentos en los que un olor me recuerda situaciones de mi infancia que creía que tenía perdidas, y curiosamente esto me pasa especialmente con los recuerdos del verano.
A veces ocurre que paseando por plena ciudad de interior me viene un intenso olor a playa que soy incapaz de discernir de dónde procede, y sin embargo de algún sitio tendrá que venir. Acto seguido en mi mente se forman los recuerdos de muchos veranos pasados en la costa mediterránea. Algo así me pasa con el olor de las arizónicas.
Un poco similar a la sonrisa dedicada a los recuerdos, esta va orientada hacia aquellas cosas que los evocan. Eso sí, siempre sin nostalgia de la que aprieta el corazón sino de la que lo ensancha. Por otra parte, los recuerdos que quiero resaltar con este motivo para sonreír no son «cualquier recuerdo.» Son los recuerdos de la infancia, poder evocar aquella época donde las cosas eran tan simples o complejas como pudiésemos imaginar, es poder ser hoy un poco «niñ@.» Aunque eso es un motivo tan grande para sonreír que auguro que tendrá su propia entrada.
Y a ti, ¿qué te hace sonreír?