Mirar hacia arriba. Salir a la calle. Encontrar todo dominado, gobernado, por la intensa luz del sol, la profundidad del azul celeste. No solo calienta nuestros cuerpos. Si la dejamos, también calienta los corazones.
Siempre he entendido que es más fácil sonreír en un día profusamente soleado que en uno de menor saturación cromática. Cuando nos vemos en la necesidad de crear una conversación la construimos sobre los cimientos del clima, porque es un tema que inconscientemente es importante para nosotros, incluso en ocasiones es definitorio del estado de ánimo.
Cosas así estimulan mi sonrisa.
Y a ti, ¿qué te hace sonreír?