Quería escribir, lo juro. Lo tenía claro y meridiano. La idea ya estaba en la cabeza, unirme en paralelo a los 52 golpes y, al final, castañazo. Pero no al final, no. En la recta de salida. Fallando ya en el primero de ellos.
¿Moraleja? Si tienes que escribir un relato a la semana y el fin de semana te vas de viaje, por ejemplo, o sales de cualquier forma de tu rutina con infinitas posibilidades de imprevistos… ¡Escribe al principio de la semana!
Me da mucha rabia, ya tenía la idea, llevo toda la semana desarrollándola en mi mente y ahora mismo, cuando queda una hora, no tengo el humor ni las ganas de escribir lo que había pensado. Así que me redimo así, escribiendo en unos minutejos lo patán y desorganizado que soy.
52 relatos que son 52 oportunidades para crear 52 pequeños mundos. Ahora ya sólo me quedan 51. ¿Cuántas más desperdiciaré? Se abren las apuestas.
Al menos te has autoflagelado literariamente. a por los siguientes. ¡Dale caña!
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