Una categoría editorial (por llamarla de algún modo), que está en auge, esta de la autoayuda. Pero no cualquiera, la autoayuda espiritual, de la meditación, el amor y el redescubrimiento de los métodos que por llamarlos asiáticos ya se convierten en efectivos. Así estamos asistiendo a la carrera por encontrar la felicidad, una carrera de orientación en la que probablemente carezcamos de nuestros dos elementos vitales (la brújula y el mapa).

Una categoría cada vez más «dada al superventas»
Por lo que he podido ver, sin bucear mucho en el tema, abundan dos conceptos erróneos en la concepción de la búsqueda de la felicidad (la búsqueda personal, pero en libros con millones de ventas… un poco impersonal, ¿no?). El primero es la asunción de que sabemos qué es la felicidad, sabemos qué es lo que estamos buscando. Es el mapa (ese que no tenemos) en el que se nos dice que disfrutemos las pequeñas cosas, que perdonemos, que no nos ataquemos tanto… haz A, piensa B, vive C… El segundo es la despersonalización de la búsqueda personal. La brújula. Es el mismo método, el mismo libro, el que vale para toda la humanidad que tenga a bien dedicar unos euros para «aprender» a encontrar a su yo interior (al que no hay que aprender a encontrar, sino que hay que dejar que nos encuentre).
Creo que detrás de todo esto está el inocente y bienintencionado deseo de ser felices, pero lejos de la búsqueda de conocimiento. ¿Qué más nos da por donde vaya el camino mientras nos lleve hasta allí? Y siendo así, quizá olvidemos hacer las cosas en orden.

Todos quieren ser «El principito», pero algunos principitos no acaban como quisiéramos creer después de leer su historia.
Es posible que esta sea mi manera y valga solo para mí (como he comentado sobre el mapa y la brújula), pero me resulta imposible pretender llegar a saber qué es la felicidad (o qué es para nosotros la felicidad) si no le hemos dado un sentido a nuestra vida. ¡Hala!¡Pero qué dices! ¿¡Buscar el sentido de la vida!?¡ Pero si nadie ha dado una respuesta globalmente satisfactoria! Y por eso no he dicho «Buscar el sentido de la vida» sino «darle sentido a la vida».
A mi forma de verlo, la vida no es algo que tenga sentido. No viene con ese accesorio. No es un secreto guardado por sociedades masónicas a lo largo de la historia. A la vida le damos sentido, cada uno el nuestro. Por eso todo lo filosofado sobre el sentido de la vida no satisface plenamente a todo el mundo. El sentido de la vida es una casilla en blanco a rellenar. Lo que lo hace más fácil y más difícil.
Más fácil porque no hay que «encontrarlo»: está ahí, somos nosotros. Solo hay que elegirlo, observar ver lo que nos llena, lo que nos da fuerza para levantarnos por las mañanas. O lo que creemos que nos daría fuerzas, porque a veces estamos tan empapados de carencia de sentido que no somos capaces siquiera de ver qué es lo que nos anima a actuar, a vivir, si no es la inercia.
Más difícil porque es NUESTRA RESPONSABILIDAD rellenar esa casilla en blanco. Si la vida tuviera un propósito, aunque no lo encontrásemos, ahí seguiría. Pero, ¿y si la vida no tiene propósito hasta que nosotros se lo demos? ¡Menudo marrón! ¿Y si me equivoco?¿Y si elijo el incorrecto? Pues probablemente seas infeliz, y si analizas lo suficiente como para darte cuenta, podrás coger una gomita de borrar y reescribir ese propósito, las veces que haga falta. Pero tienes que ver, reevalúa constantemente. ¿Y si no me decido? Es como cuando estás eligiendo el plato del menú y todo el mundo ya ha pedido el suyo y te están esperando, pero tú no sabes qué elegir. Pero tampoco hay problema con eso, porque no es una elección, es un encuentro con nosotros mismos, es autoconocimiento, y para el autoconocimiento no hay camarero alguno esperando a que nos decidamos.

¿Ha decidido ya el propósito de su vida?
Creo que solventado ese problema, con un sentido, con una brújula que nos lleve en nuestra (mal llamada) «Carrera de orientación», es cuando podemos dibujar el mapa. Entonces, ¿qué hacemos con todo lo zen, lo oriental, lo «sé tu mismo», lo «quiérete»?¿Nos sobra?¿Es material meramente comercial diseñado a sacarnos unos cuartos porque es lo que vende ahora? Pues creo que un poquito de todo. Tiene su interés y su utilidad, pero siempre con nuestro Norte bien claro y nuestra aguja bien magnetizada, porque no todos los métodos valen para todo el mundo y muchos menos están validados (cada vez más hay estudios científicos respaldando los beneficios de algunos de estos métodos, pero siempre cargan con el lastre de qué medir, ¿cómo se mide la felicidad?, de si analizar momentos puntuales o períodos de tiempo, de la validez de las respuestas en una encuesta, etc…). Teniendo claro el norte podemos ir bosquejando nuestro mapa a medida que lo recorremos, redibujando en función de los caminos que podemos recorrer y nos acercan al destino o todo lo contrario. Y ahora sí, tenemos nuestro mapa y nuestra brújula, donde orientarnos en un mar de publicaciones en papel, en blogs (como ésta misma), etc… ahora sí. Desde esta perspectiva, el material existente se me hace un poco como los horóscopos. No pongo la mano en el fuego por ninguno de ellos, pero si leo alguno y me resulta curioso o factible lo que me cuenta, ¿por qué no darle su intento?

Los nacidos bajo el signo de Aries deberán buscar su felicidad contando el número de respiraciones que dan cada 174 segundos mientras meditan a la pata coja bajo la luz de la luna lena… ¡eso sí que es felicidad!
En cualquier caso, recuerda, este artículo es uno de esos horóscopos. Vale para mí, puede que valga para ti, pero también puede que no. Mírate primero y después decide (un argumento completamente tramposo, porque emplaza a que te valga mi método antes incluso de saber si te vale o no… ¡FALACIA!).
Si has viajado por este mundillo de espiritualidad de decepción en decepción solo puedo decirte lo siguiente:
Se puede ser feliz. También se puede ser, feliz.
Mentira, puedo decirte muchas más cosas, pero la mayoría son chorradas.
Todas las imágenes del artículo han sido buscadas a través de Google imágenes bajo la etiqueta «reutilización no comercial».La autoría de cada una de ellas se detalla a continuación:
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OpenClipArts-Vectors
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El principito (película de animación 2015)
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Yun Huang Yong
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Alba Soler para el restaurante «El Portal Fosc».
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Alan Light. Documento obtenido de Wikipedia.
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Herwigclaeys0 en pixabay