Estoy en casa, cansado, en parte feliz, recuerdo el espectáculo de anoche, pongo a todo volumen la canción de los créditos y recuerdo el espectáculo, recuerdo a mis compañeros de Alquimera, recuerdo el público, recuerdo los errores, recuerdo mi micro abierto, la sensación de temblar por dentro cuando Emericus se adueñó de mí al verse encerrado. Pero, sobre todo, recuerdo estar en el suelo, la música de créditos en su «crescendo» intencionado, la gente aplaudiendo, respiraraciones rápidas y profundas mientras todos no dividíamos en dos pensamientos: «Ya está, lo hemos conseguido» y «¿cuándo nos levantamos del suelo a saludar?» La gente entrando a camerinos a saludar, orgullosa… ORGULLOSA, qué sensación tan contagiosa cuando es otro el que se enorgullece de ti. La gente que ha llorado de emoción…
El espectáculo ha terminado… y los finales, esos puntos de inflexión cargados de sentimientos y emociones, son el empuje para algo nuevo, para algo más, para buscar hacerlo mejor, para enorgullecer a más personas.
Hace dos meses y medio comenzó a conformarse un grupo que ha demostrado ser maravilloso, y con el que espero compartir muchos, muchos, muchos finales.
A la espera de una «reunión de evaluación,» por mi parte solo cabe decir de que la quimera solo ha abierto los ojos y ha respirado profundamente… esperad a que se ponga en pie.
https://www.facebook.com/pages/Alquimera/455983467852330
https://twitter.com/alquimera_
Hablo de finales que no son finales. hablo de personas que no son cualquier persona, hablo de volver a pisar un escenario y hacerlo con la furia del insano goce típica de una persona demente, porque es demencia lo que sucede sobre las tablas. Y cuando esa demencia se acaba… se convierte en el hilo que tejerá la siguiente locura.