¿En cuantos libros, películas, canciones y demás nos hablan del poder de las pequeñas cosas?
Como son tan pequeñas, caben en cualquier parte; Y como caben en cualquier parte, están siempre alrededor de nosotros. Es normal entonces que la sabiduría popular y todo lo que tenemos a mano nos recuerde: Las pequeñas cosas… las pequeñas cosas… las pequeñas cosas…
Como son tan pequeñas se cuelan por los agujeros de nuestra memoria y las olvidamos. Son tan pequeñas que quedan en el ínfimo espacio que es el ángulo muerto de nuestra visión (aunque a veces somos tan ciegos que de ínfimo tiene poco).
Sin embargo, a pesar de ser pequeñas y dar la sensación de no poder albergar mucho… son capaces de otorgar de las más grandes felicidades, porque suelen consistir en eso, felicidades basadas en disfrutar de las cosas pequeñas.
Pero esta vez no tengo intención de ceñirme a lo que siempre tratan de recordarnos y olvidamos a cada segundo. Esta vez quiero hablar de nosotros, de cada uno de nosotros. De ti, que lees esto; de mí, que lo escribo. Y tú, ¿Alguna vez has sido pequeño/a? Y no hablo de si alguna vez fuiste pequeño/a allá cuando tuviste dos o tres años. Hablo de la misma pequeñez que tienen las cosas pequeñas.
Como cosa pequeña, son capaces de hacer labores de las más importantes. ¿Alguna vez has realizado una labor importante (ya sea por el esfuerzo que supone, por la dedicación, por el resultado o por cualquier otra cosa)? Seguro que sí. El problema viene cuando te toman por cosa pequeña.
Y ahí quería llegar. En ocasiones, cuando estamos de buen humor, recordamos el valor de las cosas pequeñas, pero no nos paramos a pensar en cómo se sienten esas cosas pequeñas cuando las consideramos pequeñas. Se verán infravaloradas, puede que se entristezcan…
Son esas pequeñas cosas las que tienen mayor capacidad para alegrarnos en sonrisas. La próxima vez que te percates de esa (o esas) pequeñas cosas que están ahí, además de sonreír (porque a veces es inevitable) intenta hacer que esas pequeñas cosas sonrían. Haz a una sonrisa sonreír, a una mirada sonreír, a un olor que te trae recuerdos de tu infancia sonreír, a un detalle sonreír, a la persona que permanece a tu lado (aún cuando la rutina hace que no sea lo suficientemente valorado) sonreír, a la gente que hace esfuerzos por verte sonreír…
En esta pequeña búsqueda (de periodicidad indefinida) de la sonrisa, es fácil encontrar sonrisas por todas partes. Lo importante es tener los ojos abiertos, pero no sólo a lo nuevo, sino a lo que ignoramos porque siempre estuvo ahí.
Y a ti, ¿qué te hace sonreír?